Esta dominación del hombre sobre la mujer supone una situación de vulnerabilidad hacia la mujer en la que además confluyen determinantes tales como la raza, la etnia, la edad, la formación, clase social y un sinfín de factores que provocan una doble discriminación.
La violencia que sufren las mujeres no sólo está presente en el hogar sino que también lo podemos encontrar en las calles, en el trabajo, en conflictos bélicos y en tiempos de paz. Esta violación hacia los derechos del género femenino es una injusticia manifiesta que impide que la sociedad avance en el camino hacia la igualdad y el bienestar común que todas y todos queremos en convivencia.
Desde los últimos años, en todos los ámbitos tanto internacionales como nacionales, incluso locales, se ha adoptado un papel activo para erradicar la violencia que se ejerce contra las mujeres, fomentando cuantas medidas fueran necesarias para apoyar a las víctimas y encontrar una solución definitiva a este problema, lo que ha supuesto un avance significativo en la concienciación y sensibilización social ante éste tipo de violencia.
Pero, a pesar de los esfuerzos por parte de las Entidades Públicas y asociaciones no se ha podido erradicar aquellos comportamientos machistas en la sociedad y evitar la muerte de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas.
Desde que se aprobó la Ley Integral contra la Violencia de Género en 2004 hasta septiembre de 2014, 753 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Por otra parte en este manifiesto queremos destacar como en la actualidad dentro de la población juvenil han aumentado considerablemente actitudes y comportamientos machistas, sobre todo entre adolescentes. Un dato muy estremecedor es el que arroja un estudio realizado por el CIS para la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad y que arroja que el 33% de los jóvenes entre 15 y 29 años considera que es normal prohibir a su pareja que trabaje o que vea a sus amistades.
Otro dato que nos arroja el estudio realizado en 2013 por la Universidad Complutense de Madrid, es que un 14,3% de las estudiantes universitarias sufren o han sufrido alguna vez violencia de género y el 10,6% de los estudiantes reconocen haber ejercido o intentado ejercer algún tipo de violencia sobre ellas, incluso agrediéndolas físicamente en un 4,3% de los casos.
Con estos datos podemos ver como las actitudes y estereotipos machistas están presentes en nuestra sociedad y que especialmente están muy arraigados entre la población joven.
Por tanto, desde Lantia manifestamos nuestro compromiso por la lucha contra la eliminación de cualquier tipo de discriminación y violencia hacia las mujeres, ya que consideramos a estas acciones un atentado contra los Derechos Humanos, la justicia social y la promoción de la igualdad de género, los cuales constituyen nuestros objetivos fundamentales como asociación juvenil.
Por todo lo anterior, desde Lantia proponemos a las instituciones públicas competentes, a las asociaciones y organizaciones sociales y a la sociedad en general:
• Una participación para erradicar las estructuras sociales y las mentalidades que perpetúan una discriminación de las mujeres en la sociedad, trabajando activamente por la igualdad de género.
• Promocionar actitudes que conlleven a una convivencia igualitaria entre hombres y mujeres, respetuosa y que se valoren modos pacíficos de resolución de conflictos. En definitiva fomentar la prevención como instrumento para luchar contra los roles sociales que propician y toleran la violencia desde la infancia y adolescencia.
• Un compromiso por el rechazo a todas las acciones, comentarios y chistes que trivialicen la discriminación de las mujeres y que denigren la imagen de las mujeres.
• Analizar críticamente los discursos sexistas y denigrantes hacia la mujer por los medios de comunicación.
• Promover la eliminación de los estereotipos femeninos y masculinos.
• Apoyo a las instituciones responsables para luchar contra esta lacra social, con el fin de que las mujeres víctimas de violencia de género reciban una atención inmediata, efectiva e integral, garantizando su seguridad y propiciando su bienestar y el de sus hijos e hijas.
• En este sentido pedimos que se dupliquen los esfuerzos por atender las necesidades especiales de mujeres víctimas de violencia de género: mujeres con discapacidad que por su situación necesitan un mayor apoyo y tutela, adaptando los recursos a sus especificidades; mujeres inmigrantes que son doblemente victimizadas y que lejos de los suyos se encuentran en una mayor situación de indefensión; mujeres jóvenes que la crudeza de la violencia golpea en una personalidad no conformada y que a veces se minimiza el alcance de su sufrimiento.
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